No se trata de un parque natural ni tampoco de una reputada atracción turística, sino de un especial ecosistema propio de tierras húmedas y ácidas que durante esa época se manifiesta en todo su esplendor. Y que esplendor.
Aquí y allí el verde del toxo y los tonos pajizos de las gramíneas hacen de contrapunto a esos increíble “cojines” de color. Y para que el conjunto sea aun mas perfecto, grupos de pinos oscuros sometidos a las duras condiciones ambientales, se elevan en este “sotobosque” inaccesible.
El viento costante que caracteriza estos lugares me obliga a regresar. Termino mi paseo con la convicción que la Naturaleza consituye una extraordinaria fuente de inspiración, abundantisima (a pesar de todo), gratuita y sencillamente perfecta. Y además cíclica, es decir, este espectáculo se repite todos los años. Imposible perdérselo.