Los días frescos y nublados, bastante comunes en esa tierra, han sido favorables para restaurar el orden de las plantaciones. Demasiado tarde para la poda de los frutales, aun estaba a tiempo para meter mano a los arbustos de hoja perenne. Una tarde con tijeras, podaderas y cizallas hasta que me dolieran los brazos y todo volvía a estar en orden. Mientras tanto Mon cortaba las hierbas y Norma limpiaba el jardín de azaleas.
Constataba con orgullo los avances en el desarrollo de cada planta y al mismo tiempo tomaba acto de la inmadurez de las proporciones, porque en Riotorto todavía cabe esperar un poquito más para que se cumplan las delicadas reglas del equilibrio de formas y volúmenes. Y como el trabajo en el jardín mete mucha hambre, no podía faltar una buena hornada de pizza casera (en la foto de al lado el pizzaiolo Moncho en acción). El hambre era tanta y la pizza estaba tan apetitosa que no queda rastro de ella … ni en fotos. |